La bandera de Jorge Andrés, que recoge todo lo vivido y soñado durante su vida, nos muestra que, en escenarios de conflicto, las personas deben ser capaces de encontrar la reconciliación que tantas veces hace falta. Jorge lo hizo con su propia experiencia como ejemplo, pues llegó al perdón con Sebastián Marroquín, nuevo nombre de Juan Pablo Escobar Henao, hijo de quien segó la vida de su
padre. En esta misma vía, Jorge se encontró con Mónica Lehder, hija del integrante del cartel de Medellín Carlos Lehder, quien fue partícipe del magnicidio del ministro Rodrigo Lara Bonilla.
Jorge, Sebastián y Mónica lograron contarle al mundo, a través de conferencias y experimentos sociales con comunidades vulnerables y jóvenes, la otra cara de la violencia, las historias ligadas a la guerra contra el narcotráfico, las heridas y el daño que causan, y los riesgos de la ilegalidad, pero,
sobre todo, hablaron también de la manera en que se convirtieron en constructores de paz. Frente a esto, lograron estrechar una amistad en beneficio de la sociedad, siendo su acción de perdón y reconciliación un paradigma de paz para el mundo.
En sus viajes, proyectos y acciones, Jorge inspiraba y apoyaba a la comunidad y, sobre todo, a la juventud del barrio “Pablo Escobar”, donde la mayoría de sus habitantes ha crecido idealizando al narcotraficante, con una mirada distorsionada de la realidad histórica. Frente a esto, nació la necesidad de construir y poner al servicio de esta comunidad el Casa Cultural y Centro Social Rodrigo Lara Bonilla, para lo cual Jorge invitó a que hiciera parte de este proyecto, como símbolo de reconciliación, a Sebastián Marroquín.


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